La Parroquia ha pertenecido a diversas diócesis. (La diócesis de S. Juan es fundada el 8 de agosto de 1511. Se hace archidiócesis el 30 de abril de 1960. El 21 de noviembre de 1924 nace la de Ponce y a ella queda adscrita. El 30 de abril de 1960 se constituye la de Arecibo, y a ella pasa. El 1 de marzo de 1976 se crea la de Mayagüez, y en ella sigue en la actualidad).
Aguada se constituye en Parroquia Colativa, por real cédula del 17 de septiembre de 1692; siendo obispo de la Diócesis de Puerto Rico, D. Francisco de Padilla, mercedario. Esto la acredita como una de las más antiguas de la Isla.
Aparte de este hecho y de que fue durante mucho tiempo Vicaría, Arciprestazgo o sede de Decanato, como se diría ahora, poco más sabemos de la etapa anterior al siglo actual.
Tampoco tenemos constancia de que haya tenido clero regular a su cargo. Los franciscanos vivieron en Aguada y es totalmente verosímil que de su presencia nazca su titular. Pero no sabemos si ellos estuvieron a cargo de la Parroquia algún tiempo. Los nombres que nos constan, como Pedro Arroyo al comienzo de s. XVIII, pertenecen al clero diocesano.
Hasta la llegada de los PP. Agustinos, poco puedo concretar, a pesar del esfuerzo del P. Carlos Gutiérrez en su trabajo “El catolicismo en Aguada”.
Diré solamente dos detalles, para tener una idea del estado de la Parroquia.
Mons. Guillermo Jones, OSA., tiene que “llamar la atención del Sr. Cura y Vicario”, porque “habían desaparecido los libros de circulares y visitas pastorales”, en la Visita que hace a Aguada en julio de 1907, siendo párroco D. Rafael Mangual.
Diez años después, el 3 de mayo, felicita a D. Domingo Miró por la limpieza del templo y la buena participación en los actos de la Visita. Pero se extiende largamente en una recomendación sobre la catequesis. Lo cual hace suponer que las cosas no iban del todo bien, dada la delicadeza que los secretarios de la Visita suelen emplear. En esas circunstancias, al año siguiente (11 -X- 1918) ocurre el terremoto que destruye la Iglesia.
D. Domingo, no sé si por cansancio, por enfermedad o por desánimo, abandona la Parroquia.
El obispo agustino mira una vez más a sus hermanos de hábito, que ya le habían resuelto otros problemas, y no precisamente los menos arduos, y hace una nueva solicitud a la Provincia agustiniana de Castilla para que se haga cargo de Aguada. Es el P. Fernando Salteráin, quien nos apunta la respuesta: “Por no desairarle en un momento tan grande como se encontraba con un montón de iglesias destruidas, aceptamos, sin dejar de comprender la difícil situación en que se encontraba el Padre, con un pueblo pobre y con su iglesia destruida teniendo que construir otra nueva”.
El P. Pedro de Arancibia firma el primer bautismo el 11 de mayo de 1919. Arquitecto y técnico agrícola, además de apóstol, diseña en lo primero como un artista y utiliza lo segundo para ayudar a los que generosamente contribuyen con su dinero para la Iglesia, aumentando sus cosechas. Por eso, en lo tercero es un coloso al que se debe el mayor impulso de vida espiritual de los aguadeños y, sin duda, la expresión máxima artística y monumental de Aguada: Su Iglesia Parroquial.
Es de estilo catedral, con torres gemelas. Se empezó a construir en 1922 y se terminó en 1936, por el inevitable retraso provocado por el huracán S. Felipe. En 1956 se instalaron las vidrieras, traídas de León (España) y en 1964 se remodeló la parte central; antes era de madera y ahora es de concreto, en ojiva.
Además de la Iglesia dispone de 20 capillas, un Centro Parroquial y otro Catequético y todo ha sido levantado bajo la dirección de la Comunidad Agustiniana.
En la actualidad está dirigida por cuatro agustinos sacerdotes. También cuenta con el servicio de cuatro religiosas del Cardenal Sancha y dos diáconos.
El movimiento apostólico parroquial es abundante y las personas comprometidas con la parroquia muy numerosas. Aparte de más de quince grupos apostólicos, cito, por poner un ejemplo, los 260 catequistas, las 60 parejas acogedoras para los cursillos prematrimoniales y los 44 ministros Extraordinarios de la Comunión.