La parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa nació de la necesidad de tener un templo católico en el nuevo Aguadilla que se estaba formando en la parte alta del pueblo. Desde el 1960, la familia López Rincón, al construir el Reparto López, había donado un solar para que se construyera una capilla en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Sin embargo, el obispo Alfredo Méndez de la Diócesis de Arecibo, consciente del crecimiento poblacional de esta zona, decide que el templo se debe construir en un lugar más céntrico, para que en un futuro se pudiera convertir en una parroquia. Fue para el año 1963, en los bajos de la residencia del señor Juan Elías Capella, comenzamos a celebrar la Eucaristía dominical y así nació el templo.
Para el 1972 el obispo Méndez compró una casa en la urbanización extensión Marbella, cerca de la futura iglesia, con un donativo especial de señor José L. Otero. La casa se preparó para capilla. El 10 de abril de 1972 el Rev. P. Miguel Rodríguez, ofició la primera misa y fue nombrado primer párroco de la entonces capilla de la virgen de la Medalla Milagrosa.
Con la venta del solar de la urbanización López, se compró una cuerda de terreno a la familia Jiménez Quiñones en el sector Marbella en la esquina Crash Boat y estos donaron otra cuerda. Luego con un donativo de los católicos de Estados Unidos se encargó un edificio prefabricado.
Al P. Miguel Rodríguez ser nombrado obispo de la diócesis de Arecibo. Para el año 1974 los Padres Redentoristas enviaron al P. Gerardo Bridge como administrador. En este mismo año se nombró el consejo parroquial y en el mes de junio el primer grupo de niños hizo su primera comunión.
El 17 de agosto de 1974 nos mudamos provisionalmente a la nueva parroquia y se publicó el primer boletín parroquial editado por el señor Miguel Díaz Pesquera.
En enero de 1975 el obispo Mons. Rodríguez deslinda oficialmente a la parroquia La Milagrosa de la parroquia de San Carlos Borromeo de Aguadilla. Varios fieles, junto con los Caballeros de Colón. Donaron varios de los equipos y ornamentos.
En septiembre de 1986 se nos donó un nuevo sagrario y un altar de mármol, ya que el nuestro había sido vandalizado. Con la aportación de varios feligreses se levantó el altar a la Virgen Milagrosa y se compraron ciertos ornamentos.
La parroquia tiene bajo su tutela tres capillas: La Capilla de la Virgen de Fátima en Camaseyes, La Capilla de Ntra. Sra. de la Victoria en Borinquen y la Capilla San Judas Tadeo en Playuelas.
Las Asociaciones religiosas de la parroquia son: Las Hijas Católicas de América, La Cofradía del Corazón de Jesús, la Legión de María, Movimiento Juan XXIII, la Renovación Carismática y los Cursillos de Cristiandad.
Desde su fundación como parroquia hemos tenido los siguientes párrocos: Rey. P. Leonicio, P. Berazal 1975—76; Rey. P. Alfonso Gago 1976—90; Rey. P. Pedro Quintana 1990—91 y Rev. Ramón E. Albino Guzmán desde octubre de 1991 hasta el presente.
Nuestro actual párroco ha querido resaltar muchas festividades marianas como la de La Milagrosa, La del Carmen, La Guadalupe y otras. Además, ha constituido la tradición de las misas de aguinaldo, la misa del cumpleaños del Niño Jesús y el velorio de Reyes.
La semana mayor es celebrada con gran solemnidad. Además, también tenemos las misas por los enfermos a las que acuden gran cantidad de fieles. Tampoco podemos olvidar las compras que se regalan a los pobres para Acción de Gracias y juguetes a los niños en Reyes.
La noche del 26 de noviembre, con la presencia de nuestro obispo Mons. Casiano Mons. Rodríguez, el Ramón E. Albino Guzmán, párroco, el clero de la diócesis, la feligresía toda, se inauguró el nuevo templo parroquial.
Este templo se comenzó a construir en el año 1995, colocándose la primera piedra el 5 de enero de este mismo año. Este se terminó, en el año 1997.
No podemos terminar esta historia sin mencionar las fuentes espirituales como lo son la vida de entrega a Dios a través del sacerdocio del Rey. P. Harry López, sacerdote diocesano, y la entrega de Sor Angélica de la comunidad Hermanas de Fátima. Pascual Pérez, de la comunidad Hermanas de Fátima.
Recordemos siempre que hemos vivido tiempos de alegrías y de penas, de grandes cosechas evangélicas y prolongadas sequías espirituales, pero la presencia viva del Salvador y la Intercesión de la Virgen de la Milagrosa nos ha acompañado siempre. Las semillas que fueron sembradas a “tiempos y destiempos” ya están comenzando a dar fruto.